Sandra Aisenberg en los medios

Entrevista en el diario La Nación


Diario La Nación Febrero 2009
"Los chicos son observadores y a veces sorprenden"
Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud
"En realidad, todo comienza con el embarazo, que para la madre significa volver a su mundo interior, a su campo emocional. Pero eso no es fácil, porque nuestra cultura acelerada y estresante nos lleva a vivir pendientes del mundo exterior, a tener sentimientos poco profundos, y eso, aun en los primeros tiempos de embarazo, el chico ya lo siente", explican los investigadores Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud. Autores del best seller Niños índigo, que alcanzó 12 ediciones, y también de su continuación, Niños cristal y Ser índigo, cómo despertar los dones. Además de una colección de cuentos interactivos que incluyen textos, música y dibujos. Días atrás, concluyeron la redacción de un cuarto libro: Cómo me espeja mi hijo.
-Un título curioso.
Sandra Aisenberg  -La intención es proponer una nueva mirada para comprender a los chicos. Ver cómo sus actitudes reflejan, espejan, lo que ocurre realmente en el interior de la familia. Que si son caprichosos, esos caprichos tienen una razón, un motivo más profundo. Y pedirles a los padres que hagan un trabajo de introspección, que se pregunten: ¿qué me está pasando?
Eduardo Melamud  -Una vez llegó a uno de nuestros talleres un chico hiperactivo que, cuando llegaba su padre a la casa, se ponía a correr. Era algo extraño, porque a veces el padre llegaba muy tarde, cuando él estaba dormido; sin embargo, se despertaba y comenzaba a correr. El padre ocupaba un cargo de mucha responsabilidad en una gran empresa, lo que le provocaba estrés.
S.A. -Había dos elementos que nos llamaban la atención desde el principio y que comenzamos a investigar. Por su posición en la empresa, el padre no podía expresar libremente sentimientos como disgusto, fastidio, frustración, rabia, volvía al hogar tenso y agotado. Por otra parte, los fines de semana, cuando el papá no trabajaba, el chico no corría, jugaba y participaba tranquilo de la vida familiar.
-¿Qué hicieron?
E.M.  -Le pedimos al padre que se comprara un par de zapatillas y ropa de footing, y por las noches, cuando llegara a la casa, antes de ver a su hijo, saliera a correr unas cuadras. Milagrosamente, el chico dejó de correr cuando su padre volvía. La carrera liberaba al padre de los sentimientos reprimidos, pero también a la familia, y por supuesto a su hijo. Fíjese la relación profunda que se crea entre los miembros de una familia, algo que a veces olvidamos.
S.A. -Recuerdo otro caso: una madre nos contó que, como iba a cumplir 40 años, quiso celebrarlo con una linda fiesta. Cuando llegaron los invitados todo estaba cuidadosamente dispuesto para pasar un rato agradable. Pero esa noche su hijo estuvo tremendo, fastidioso, gritaba, lloraba, no había forma de conformarlo. "Arruinaste mi fiesta de cumpleaños", le recriminó la mamá cuando se fueron los invitados. Pero cuando le preguntamos a la madre cómo se sentía interiormente, reconoció que estaba muy preocupada por la suerte de un hermano que vivía en una región de Europa convulsionada por una sangrienta guerra civil. Nuevamente, el chico fue el encargado de expresar lo que nadie se atrevía a decir, el vocero de la preocupación familiar.
E.M. -Además, los chicos son observadores y a veces sorprenden a sus padres cuando les señalan cosas que hacen habitualmente, pero como no son conscientes, las ignoran.
-¿Por ejemplo?
S.A. -Una amiga nos contó que un día, cuando estaba lavando los platos, se acercó su hijo de 5 años y le preguntó: "Mamá, ¿qué te pasa?" Ella respondió: "Nada. ¿Qué me puede pasar?" El chico la miró atentamente y le dijo: "Es que cuando algo te pasa te ponés a hacer las cosas de la casa". Y, efectivamente, ella estaba preocupada por un problema familiar, pero ignoraba que cuando algo la atribulaba, la salida era hacer alguna tarea doméstica.
E.M. -Tenemos que considerar al chico en toda su dimensión. A veces ciertas actitudes son parte de una gran creatividad, que no siempre puede desarrollar plenamente en la casa. Esto no significa no ponerle límites, que no sólo son necesarios para su formación, ya que es algo que él espera de sus padres, sino observarlo de otra manera, con más atención. Generalmente, cuando el chico se siente comprendido sus actitudes cambian. Descubre que sus padres comienzan a interesarse por cosas que para él son fundamentales y que quiere compartir. 

Entrevista a Sandra Aisenberg por Emmain


ENTREVISTA A SANDRA AISENBERG

Por Emmain

Sandra, ¿por qué los niños?

Los niños siempre estuvieron a mi alrededor. Cuando comencé a trabajar con la Técnica de Decodificación de la Memoria Celular, hace ya casi 20 años, siempre se acercaron niños a pedir asistencia de la mano de sus padres. Esto me llamaba la atención porque nunca me había propuesto trabajar con ellos en forma específica. Con el tiempo descubrí que mi respeto hacia su ser interno era lo que los atraía hacia mí. Podía comprenderlos y conectarme con ellos más allá de la diferencia de edad. Entonces me di cuenta de que mi función era ser un puente entre ellos y su entorno, y facilitarles la expresión de su verdadero ser.
¿Son los niños los portadores del cambio que tanto necesitamos?

Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra. Todo lo temido, negado o resistido por una generación aparece en las siguientes muchas veces potenciado. Los niños nos dan la oportunidad de sanar nuestras heridas, ver nuestros errores y modificarnos, ya sea en el ámbito familiar, ya sea en el escolar y planetario. También nos muestran nuestros dones, recursos y potenciales dormidos. Si sabemos aprovechar la oportunidad que nos traen de su mano, podremos generar el cambio que estamos necesitando.
¿Cómo son los niños índigo? ¿Por qué se hace referencia a ese color en concreto?

Los niños índigo se caracterizan por tener muy desarrolladas las cualidades del hemisferio derecho del cerebro, es decir, son altamente perceptivos, sumamente creativos y sensibles a los estímulos sensoriales. Tienen una enorme cantidad de energía. Son autores y no seguidores. No toleran la hipocresía ni las formas vacías de contenido. Son portadores de nuevos códigos para generar nuevas estructuras que sean más honestas, contenedoras y coherentes en los ambientes donde les toca manifestarse. Cuando esto no sucede y no son comprendidos, muchas veces se bloquean y se vuelven niños agresivos, hiperactivos o desinteresados del mundo que los rodea.
Con respecto a su denominación, se ha comprobado que cada color vibra a una determinada velocidad y la banda de frecuencia índigo es una vibración ligada a la expansión de la conciencia. Su característica es la sensibilidad expresada en todas sus áreas. El campo energético de estos niños vibra en esta frecuencia. Por eso son tan conscientes y sensibles al entorno que los rodea.
En tu libro sobre los niños índigo está escrito que se tiene noticias de su existencia desde 1700, pero no fue sino hasta los primeros años ochenta del siglo XX cuando se dio un testimonio. ¿Por qué crees que pasó tanto tiempo antes de hablar seriamente de esta realidad?

Porque la manifestación de esta vibración fue gradual, acompañando los tiempos planetarios. O sea, al principio había muy pocos seres con estas características y a medida que fue pasando el tiempo fue in crescendo hasta que en los ochenta se llegó a una masa crítica que hizo que tanto los padres como los educadores, e incluso médicos y científicos, registraran este fenómeno.
¿Cómo son los niños cristal?

Los niños cristal son especialmente considerados y con una alta conciencia grupal. Son niños que con su vibración amorosa abren el corazón de quienes los rodean logrando pacificar su entorno con su sola presencia. Muchas veces se pierden en este entorno y necesitan estar solos o en contacto con la naturaleza para volver a equilibrarse. El desafío con ellos es que puedan aportar sus dones en los grupos en vez de perderse en ellos.
En los libros que escribes junto con Eduardo Melamud también hablas de adultos índigo. ¿Puede uno haber sido un niño índigo y no saberlo?

Sí, ya que el sistema y la sociedad no estaban preparados para recibirlos. La desvalorización de los atributos del hemisferio derecho y la creatividad hicieron que muchos se sintieran bloqueados y frustrados por no haber podido canalizar sus cualidades. En muchos casos han pasado por muchos tipos de terapia y han sido “conejillos de india” de diagnósticos inexactos. O han tenido que soportar una fuerte discriminación por sus características diferentes.
¿Qué dirías a las personas que intentan rebatir la consideración de niños índigo con diagnósticos médicos como el síndrome por déficit de atención o la hiperactividad, o niños desafiantes con problemas para acatar la autoridad?

Hay que ser muy cauteloso y analizar cada caso en particular. Es cierto que hay niños mal diagnosticados, pero también muchos que no. Y es cierto que hay padres que aprovechan la  “etiqueta” de niño índigo para no asumir las propias falencias o del sistema familiar. Más allá de si se es índigo o no, lo importante es poder comprender el mensaje que hay detrás de cada conducta que el niño manifiesta.
¿Qué recomendarías a un padre o a una madre que identificase en el comportamiento de su hijo las características de los niños cristal o de los niños índigo?

Comprenderlos. Para ello se debe acompañarlos en su desarrollo, sin bloquearlos. Es imprescindible que cada padre y madre haga un proceso interno de retrotraerse hacia su historia y recuperar recursos perceptivos, emocionales y afectivos que le permitan acercarse a su hijo y propiciar un crecimiento compartido.
Tú estudiaste Pedagogía Waldorf en el Seminario Antroposófico Rudolph Steiner. ¿Qué ofrece esta filosofía pedagógica que la diferencia tanto de la convencional?

Es una pedagogía basada en la educación del ser humano como un ser integral. Considera al niño como un ser espiritual en crecimiento, al que hay que acompañar en su proceso evolutivo para que pueda desarrollarse plenamente. Se considera que los primeros septenios de la vida son muy importantes para que en la madurez podamos manifestar nuestra espiritualidad y aportar nuestros dones a la sociedad.  Su metodología se adapta a niños con diferentes características y formas de aprendizaje. Es una de las opciones educativas que puede aportar una respuesta a las necesidades de los niños de hoy.
¿Cuál es el principal fallo del sistema educativo que tú conoces?

En estos últimos 100 años los cambios que ha habido en el mundo son vertiginosos, desde los medios de comunicación hasta los de transporte. El bombardeo de imágenes, información y estímulos para nuestro cerebro es enorme. La globalización nos ha acercado y la información está al alcance de nuestra mano. A la vez todo esto ha generado una forma diferente de vincularnos y de acceder al conocimiento. Creo que la institución escolar no ha logrado transformarse al compás de estos cambios ni puede contener a los niños que han crecido en un mundo muy diferente al nuestro, con otra escala de valores y una forma de aprender regida predominantemente por el hemisferio derecho del cerebro.
¿Se puede trabajar con los niños sin incluir a los padres o tutores?

Sí, se puede ayudar al niño en los diversos aspectos que dependen de un cambio propio, pero no debemos olvidar que el niño es el emergente de un sistema familiar, social y cultural. Por ello, aun cuando mejora enormemente, llega un punto en que se estanca y no avanza hasta que su entorno lo acompañe.
¿Despertar nuestros dones es parte del sentido que tiene nuestra vida?

Los dones y talentos que traemos son un vehículo para devolver al mundo  todo lo que recibimos aportando nuestra creatividad. Si no podemos expresarlos, esta energía se bloquea y se estanca en nuestro interior generando muchas veces trastornos físicos y emocionales. Cuando podemos manifestarlos nos equilibramos en forma natural.   
“Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra”

Sandra Aisenberg
¿Qué trabajo haces con las embarazadas?

El embarazo es una etapa especial de la vida para la mujer. Es una época de muchos cambios: en su cuerpo, en sus emociones y en la vida de su familia. También es una oportunidad única para que la mujer pueda conectarse más profundamente con ella misma y con el ser que lleva dentro. A través de la técnica de decodificación de la memoria celular limpiamos registros provenientes de su nacimiento y del vínculo con su propia madre para facilitar la conexión entre ella y su hijo. También tenemos la oportunidad de modificar mandatos, conceptos, patrones vinculados con la maternidad y darles la oportunidad de abrirse a esta nueva experiencia más conectadas con su sabiduría femenina.
En tus libros das testimonio de los muchos años que llevas tratando con padres, niños y docentes. ¿Existe algún caso que te llegase especialmente al corazón?

Es muy difícil elegir uno ya que cada niño trae una nueva experiencia y un nuevo aprendizaje. El caso de los niños autistas es muy especial para mí. El momento en que un niño autista conecta y me abraza no deja de conmoverme, su mirada de agradecimiento o el escuchar sus primeras palabras es una alegría que me llena el corazón. 
 
Son muchas las cosas que quedarán en el tintero, pero querría que me explicases qué es la técnica de decodificación de lamemoria celular que practicas desde 1991.

Se ha descubierto que el estrés o tensión, nuestra historia del dolor, queda almacenada en nuestros músculos. Lo que pensamos afecta la estructura celular de nuestro cuerpo y quienes somos a nivel celular también tiene un efecto sobre lo que pensamos. Además nuestras células guardan información que proviene tanto de nuestros ancestros (conocida como herencia genética),   como de registros de acontecimientos de nuestra vida, e información que traemos al nacer. Cada experiencia que hemos vivido está codificada en nuestras células y por tanto estas memorias afectan nuestra vida presente a tal punto que nos predisponen a percibir y a comportarnos de una cierta y determinada manera, afectando nuestro umbral de estrés y nuestra disposición frente a los desafíos emocionales. A través del testeomuscular podemos liberar el estrés del hecho traumático acontecido, recuperar una gran cantidad de energía que habíamos perdido, acceder a recursos que estaban bloqueados  y así poder elegir una nueva conducta o respuesta ante las situaciones que se nos presentan. Esta técnica permite trabajar nuestras limitaciones y bloqueos, ya sean miedos, fobias, compulsiones, obsesiones, ira, sufrimientos, trastornos de conducta, adicciones, somatizaciones, relaciones interpersonales y dificultad de manifestarnos en las distintas áreas de nuestra vida. Es especialmente eficaz en el tratamiento con niños, ya que podemos develar  qué mensaje nos dan nuestros hijos a través de sus síntomas, comportamientos y forma de relacionarse. Es aplicable en casos de falta de atención, falta de concentración, hiperactividad, dispersión, autismo, problemas de integración, agresividad, timidez, inestabilidad emocional, dificultades en la comunicación, enuresis, problemas escolares, etc.
¿Qué consejo les darías a los padres para crecer al tiempo que lo hacen sus hijos?
Cada palabra, silencio, acción, de nuestros hijos contiene un mensaje. Somos nosotros quienes debemos abrirnos para descifrarlo. Aprendamos a comunicarnos desde el corazón, sin encasillarlos, tratando de conocer y  respetar su individualidad. Y por sobre todo tengamos el coraje de madurar, de ocupar nuestro lugar de adultos y revisar cada una de nuestras creencias hasta encontrar una mirada nueva que nos vincule con nuestros hijos desde un lugar más vital y verdadero.


Tu hijo como espejo: detrás de cada conducta hay un mensaje para ti

 “Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra. Todo lo temido, negado o resistido por una generación aparece en las siguientes muchas veces potenciado. Los niños nos dan la oportunidad de sanar nuestras heridas, ver nuestros errores y modificarnos, ya sea en el ámbito familiar, ya sea en el escolar y planetario. También NOS MUESTRAN NUESTROS DONES, recursos y potenciales dormidos. Si sabemos aprovechar la oportunidad que nos traen de su mano, podremos generar el cambio que estamos necesitando”

“Cada palabra, silencio, acción, de nuestros hijos contiene un mensaje. Somos nosotros quienes debemos abrirnos para descifrarlo. Aprendamos a COMUNICARNOS DESDE EL CORAZÓN, sin encasillarlos, tratando de conocer y  respetar su individualidad. Y sobre todo tengamos el coraje de madurar, de ocupar nuestro lugar de adultos y revisar cada una de nuestras creencias hasta encontrar una mirada nueva que nos vincule con nuestros hijos desde un lugar más vital y verdadero”
Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud
En las antípodas de los autores conductistas que tratan de modificar los comportamientos de los niños al precio emocional que sea y sin buscar causas y significados, los autores Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud nos ofrecen en su obra “Tu hijo como espejo: detrás de cada conducta hay un mensaje para ti” de Editorial Kier una visión completamente distinta.
Basándose en su experiencia e investigación de horas y horas de atención a niños junto a padres y docentes, nos explican que los niños nos “espejan”, son como un espejo, y con sus conductas, síntomas y forma de relacionarse permiten que salga a la luz aquello que está enterrado –por dolor o miedo– en nuestro inconsciente, dándonos la oportunidad de sanar heridas, de comprenderlos como merecen y de hacer brotar nuestros dones y talentos bloqueados.
El libro invita a salir de los esquemas tradicionales de esta sociedad y asegura que los niños y jóvenes actuales, que son un reto para sus padres y educadores, “vienen para abrir caminos y nos han elegido para que los ayudemos a ser entendidos y escuchados”.
Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud son facilitadores-instructores de la Técnica de Decodificación de la Memoria Celular desde 1991, investigan formas alternativas de educación y crianza acordes a los niños del siglo XXI como la Pedagogía Waldorf, están especializados en “niños especiales”, autistas, pseudo-autistas, TGD, Asperger, Add, Ahdd, … y han publicado los siguientes libros:
  • Ser indigo: Cómo Despertar los Dones
  •  Niños Indigo
  •  Niños Cristal, un puente al corazón
  •  Cuentos para los nuevos niños